Un día se encontraron un Maestro Espiritual y un joven de la China.
Joven: Maestro, ¿qué tal si entro en contacto con alguien que tenga Coronavirus? ¿Y si me contagio? ¿Y si me enfermo? ¿Y si la gripa se me complica? ¿Y si me muero?
Maestro: ¿Y si al morir no vas al cielo? ¿Y si el lugar al que vas a parar no es lo que tú esperas? ¿Y si en ese lugar el tiempo se hace eterno? ¿Y si en vez de descansar en paz sientes una profunda ansiedad?
Joven: ¿Por qué me dices todo esto? ¿Acaso qué tiene que ver el Coronavirus con lo que pase después de mi muerte?
Maestro: Mi amigo, eres tú el que no está presente en este momento, eres tú el que está divagando en un futuro que aún no existe, eres tú el que está en la incertidumbre y en la ansiedad por lo desconocido, eres tú el que está creando su propio infierno.
Joven: ¿Quién eres tú realmente?
Maestro: Yo Soy tu espejo, y me hice presente para que puedas ver lo que tú no has podido ver de ti mismo.
Joven: ¿Me quieres decir que yo soy todo eso que pienso?
Maestro: Esa es tu confusión, tú crees ser lo que percibes pero esa es otra más de tus ilusiones. Tú no eres el miedo, ni la incertidumbre, ni la desconfianza, ni la expectativa.
Joven: ¿Entonces quién soy yo?
Maestro: Mírame a los ojos y dime qué ves.
Joven: Veo en ellos mi reflejo.
Maestro: ¿Entonces a quién estás viendo?
Joven: Soy Yo a través tuyo.
Maestro: Entonces has comprendido que la sabiduría y la maestría que habitan en mi son tu propia sabiduría y maestría.
Joven: ¿Pero por qué estoy tan confundido?
Maestro: Porque estás viendo una ilusión de lo que tú crees ser.
Joven: ¿Cuál es el propósito de verme a mi mismo a través de esa ilusión?
Maestro: Recordar quién eres realmente, recordar que en el amor eres la certidumbre, la esperanza, la certeza, la confianza y que todo esto se hace presente aquí y ahora. Es por esto último que cuando te pregunté “¿a quién estás viendo?” me respondiste “Soy Yo” y no “Fui Yo” o “Seré Yo”, porque en el amor no existe la conjugación en el tiempo pasado o futuro, solo en el presente.
Joven: ¿Y qué tiene que ver todo esto con el Coronavirus?
Maestro: Esa es una muy buena pregunta, no tiene nada que ver porque el Coronavirus solo fue el pretexto que nos trajo a esta conversación.
Joven: ¿Y si no tiene nada que ver el Coronavirus, entonces por qué me siento tan tranquilo ahora?
Maestro: Porque has recordado quién eres, y cuando lo haces ya no tienes nada que temer y en cambio si todo por vivir.
Joven: ¿Falta algo?
Maestro: Tú Alma te ha inspirado a hacer esta pregunta, porque en el amor siempre existe algo después de descubrir el propósito superior.
Joven: ¿Y qué es eso que hace falta?
Maestro: No es realmente algo que haga falta sino la manifestación propia del amor.
Joven: ¿Y cuál es esa manifestación?
Maestro: ¡La gratitud! Cuando recuerdas que eres amor y que puedes elegir vivir en ese amor incondicional, sientes una profunda gratitud en tu corazón.
Joven: ¿Y por qué se siente gratitud?
Maestro: Porque has descubierto que lo que estabas viviendo simplemente es el pretexto para recordar quién eres, y en ese momento hasta el más “cruel de los villanos” se convierte en una bendición en tu vida.
Joven: ¿Incluso el Coronavirus?
Maestro: Tú conoces la respuesta dentro de ti, ¿entonces qué me dirías?
Joven: Que así es maestro, en este momento puedo pensar en el Coronavirus y al mismo tiempo sentirme tranquilo y con gratitud.
Maestro: ¿Notaste que en tu última frase utilizaste la expresión “en este momento”? Bienvenido, has regresado al momento en donde el cielo y la tierra se fusionan, en donde se comunican la ilusión de la vida y la realidad del amor, en donde tú y yo nos hacemos uno solo.
Joven: ¡Gracias!
Maestro: A ti maestro.
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