Te saludo desde mi corazón,
Hoy se celebra un día muy especial, el día de la mujer que nos dio la vida. Y más allá de este acto sublime y al mismo tiempo generoso, el rol de madre es uno de los más valiosos a nivel espiritual. Te propongo que comencemos con algunas preguntas: ¿en dónde nace la relación madre-hijo? ¿Qué impacto tiene la maternidad en la vida de una mujer? ¿Qué impacto tiene la maternidad en la vida de su hijo? ¿Por qué celebrar el día de la madre?
Quizá tengas el concepto que la relación madre-hijo comienza en el momento de la concepción, y desde la perspectiva biológica así parece, pero no lo es desde la perspectiva espiritual. La maternidad trasciende el plano biológico y se interna en lo más profundo de la experiencia espiritual. La relación madre-hijo nace en el momento de la planificación prenatal que hace el alma antes de encarnarse en un cuerpo. Cuando el alma está planificando lo que será su próxima experiencia espiritual en la Tierra, decide hacer pactos con otras almas generosas que están dispuestas a experimentarse juntas en la siguiente vida. Es a través de estos pactos que las almas acuerdan encontrarse para que juntas puedan experimentar el amor según el plan que cada una de ellas tiene. Así que la relación madre-hijo tiene sus raíces en estos pactos, y es desde estos acuerdos que podemos realmente comprender y tomar consciencia de para qué elegimos vivir lo que estamos viviendo con nuestras madres y por qué a veces esta relación dista de lo que espera la sociedad. En mi consulta con frecuencia escucho a las personas decir que tienen una mala relación con su madre e incluso rechazan lo que viven con ella, y lo que tal vez ellas no han recordado de manera consciente es que esto hace parte del pacto que juntas hicieron desde el alma. Es por esta razón que quisiera dejar un primer mensaje, y es que el propósito de la relación madre-hijo no es la perfección, sino la experiencia de amor que le permite a cada una de las almas tener. Es a partir de esta experiencia que el amor se puede expresar en toda su dimensión, y cuando digo esto no me refiero a que la relación siempre deba girar alrededor de la armonía, la paz y la felicidad, sino a que a través de cualquier emoción que experimentemos en esta relación, vamos poco a poco tomando consciencia de quiénes somos y de para qué estamos teniendo esta experiencia espiritual acá en la Tierra.
Y como menciono en el conversatorio “El Regalo de ser Madre”, la maternidad no es estar en función del hijo como lo predica nuestra cultura, la maternidad está en función de la madre. Así es, es la madre la que elige experimentarse junto a su hijo para verse a través de él y así sanar sus conflictos, experimentar el amor y recordar quién es ella realmente. Así que un segundo mensaje que quisiera dejar es que la celebración del día de la madre es en esencia una celebración de ella para ella misma, es un día para celebrar la decisión de haber elegido ser madre y experimentarse junto a su hijo. Y puede que en este punto más de una mujer esté pensando que ella no quería quedar embarazada y a pesar de eso tuvo un hijo. Esto es porque la decisión de ser madre no es racional (la mente), tampoco es biológica (el cuerpo), es espiritual. Y para algunos esto puede resultar confrontador pero es porque olvidamos que antes que mente y cuerpo fuimos espíritu, es decir, nuestra naturaleza es espiritual. En otras palabras, si tú tienes hijos y no querías quedar embarazada, fue tu alma la que eligió ser madre y por lo tanto esto tiene un propósito que trasciende cualquier comprensión racional y cualquier explicación biológica. Si por un momento te detienes y reflexionas con curiosidad sobre lo que te estoy diciendo, podrás tomar consciencia de lo que ha sido experimentarte como madre y cómo esta experiencia te ha permitido recordar poco a poco el amor que tú eres.
Ahora, ¿cuál es el rol de una madre en el proceso espiritual de su hijo? La madre se convierte en un espejo para él, permitiéndole verse a si mismo y descubrir que su esencia es el amor. Bajo este efecto espejo, el hijo no está viendo a su madre sino se está viendo a si mismo. Es por esto que si como hijo experimento rabia o cualquier otra emoción relacionada con el miedo, estoy viendo a través de mi madre lo que no he podido sanar dentro de mi. Cuando tomo consciencia de esto tengo una gran oportunidad de sanación, y es en este momento que puedo cambiar la mirada que tengo de mi madre, pudiéndola ver de manera compasiva, sin juzgarla, y llegando a bendecirla y agradecerle por lo que ella me está permitiendo de manera incondicional en mi proceso espiritual. ¿Qué más amor puede haber que permitirle a otro recordar que él también es amor? ¿Acaso no es este un acto incondicional de amor puro?
Hoy te invito a que celebremos el día de la madre como un acto de infinita gratitud por el amor incondicional que su alma nos profesa, y para terminar quiero hacer una oración en el amor que nos une a todos:
“Mamá siento mucho si en el pasado yo te he juzgado. Perdón por el sufrimiento que te haya podido causar y que me haya causado a mi mismo, y me hago responsable de lo que yo elegí desde mi alma cuando decidí experimentarme a tu lado. En el amor que Yo Soy, Yo Soy la compasión, Yo Soy la gratitud, Yo Soy uno solo contigo, y le pido a Dios que bendiga nuestra relación hoy y siempre. Gracias por haber cumplido el acuerdo que hicimos para compartir juntos acá en la Tierra, te amo.”
¡Feliz día de la Madre!
Gabriel Francisco
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