El Regalo de Ser Padre e Hijo

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21 junio 2020/ 4156 / 4

La paternidad es una de las experiencias más retadoras en la vida, quizá una de las más difíciles, pero al mismo tiempo de las más gratificantes y valiosas para el proceso espiritual tanto del padre como del hijo. Hoy quiero dedicarle unas palabras a mi papá y a mis hijos que me han elegido para que yo sea su padre.

 

Tengo la fortuna de haber compartido con un papá cariñoso y siempre presente en mi vida, y digo que es una fortuna porque el plan de cada Alma puede variar según lo que se viene a experimentar y a recordar. Muchas de mis experiencias junto a él fueron vividas en el amor incondicional, aunque también viví otras que me llevaron a experimentar mi propia oscuridad.

 

Recuerdo que cuando era niño uno de mis planes favoritos era el de “arruncharme” con mi papá y recostarme en su pecho, porque a través de él experimentaba su amor y su ternura. Paradójicamente mi papá no lo experimentó de la misma manera con mi abuelo, y tampoco él con mi bisabuelo, así que dar este paso le significó un esfuerzo que con frecuencia llegó a materializarse en una mezcla entre la rigidez y el amor incondicional. Hoy puedo decir con orgullo que a través de mi papá la energía masculina de la familia comenzó a evolucionar hacia una más protectora, más flexible, más tierna e incluso más incluyente. Para los que son padres, quizá coincidan conmigo en que es difícil poner límites y decir NO con amor, y aceptar que muchas veces no sabemos cómo actuar y cómo comportarnos con nuestros hijos.

 

Mi papá sembró muchas cosas en mi y que más tarde jugarían un rol determinante en mi misión espiritual. Por ejemplo, me enseñó a no juzgar a los demás y esto se convertiría en la semilla para que hoy yo pueda hablar de la compasión. Y no solo para hablar de la compasión sino para vivirla con mis hijos, porque uno de los retos más grandes que he tenido como padre es aceptar que ellos tienen un plan para experimentarse a sí mismos. No es fácil ver cómo los hijos experimentan algunas situaciones de su vida pero la compasión me ha permitido acompañarlos sin interferir en su proceso, por el contrario, cada vez más enfocándome en sanar mis propias heridas. De hecho, la sanación se convierte en el gran legado para los hijos, porque cuando aceptas sanarte a ti mismo se traza una huella energética de amor que ilumina el camino para las generaciones que vienen más adelante.

 

Y quizá una de las experiencias más difíciles como padre sea la de ver sufrir a un hijo, y a pesar de que hoy hablo del amor incondicional, durante gran parte de mi vida experimenté la nostalgia, la desesperanza y la profunda desconexión con la vida. Y mi papá siempre estuvo ahí, nunca me dejó solo, tal vez no comprendía todo lo que yo sentía pero siempre me acompañó sin juzgar lo que yo estaba viviendo. De esta manera mi papá me enseñó que en los momentos difíciles la sola presencia desde el corazón es suficiente para disminuir el dolor. ¿Acaso no es esto amor incondicional? Fue con él con quien yo comencé a experimentar el amor, y hoy me llena de alegría poderlo acompañar a comprender a un nivel más profundo lo que es amar sin condiciones. Esto es lo lindo de la paternidad, en ella no hay un flujo unilateral del amor, es una experiencia vivida tanto por el padre como por el hijo, y es de esta manera como vamos recordando poco a poco que ser padre no es estar en función del hijo sino de uno mismo, porque es a través de los hijos que experimentamos y recordamos quiénes somos. Así que el amor que él sembró en mi hoy se está integrando en su corazón a través de la relación que tenemos y del mensaje que cada vez más escucha a través de mis conferencias y conversatorios, porque se ha convertido en uno de mis más fieles seguidores en medio de esta Experiencia Yo Soy. En estos últimos meses ha sido un gran ejemplo para mi ver la humildad con la que él me consulta sobre temas espirituales, a pesar de las grandes diferencias con las que vemos y abordamos la sanación. Esto es amor, y en el amor el maestro no es el que más “sabe” o el que tiene una aparente posición privilegiada, sino aquel que le permite al otro descubrir quién es y de qué es capaz. Así que en la paternidad, tanto el padre como el hijo se convierten en maestros el uno del otro.

 

Pero mi papá no solo ha sido un maestro del amor incondicional, también me ha permitido descubrir el amor que Yo Soy a través de experiencias que me han confrontado con mi propia oscuridad. Por ejemplo, recuerdo que mi Ego se sintió profundamente desvalorizado en varios momentos de mi infancia cuando veía en mi papá a un ser “perfecto”, infalible y supremamente talentoso como ingeniero, como músico innato y como genio de la tecnología. Definitivamente mis dones y mis talentos no eran los mismos suyos y cuando yo era niño no comprendía esto. Pero fue gracias a estas experiencias que viví junto a él que poco a poco fui descubriendo que mi vida tenía un propósito diferente, que yo tenía una misión espiritual y que también tenía dones y talentos que me hacen único. Paradójicamente, hoy en día es él quien me dice que se siente orgulloso de mi por todo lo que estoy haciendo a través de la Experiencia Yo Soy. Es maravilloso ver cómo desde el Ego nos desvalorizamos y cómo desde el Yo Soy regresamos a la realidad del amor, y los padres juegan un papel fundamental para permitirnos ver esto a nosotros como hijos.

 

Hoy yo también tengo el privilegio de ser padre y de experimentar el amor junto a mis hijos. Ellos me han permitido comprender cómo se experimenta el amor acá en la Tierra, y a través de su sabiduría y de su generosidad me han mostrado lo que aun no se ha sanado dentro de mi. Y a pesar de que a veces siento que ellos no comprenden del todo mi misión, mi forma de ver la vida y qué es lo que estoy sembrando en su corazón, estoy seguro que estos hermosos maestros un día van a recordar lo que les he hablado acerca del amor, de las emociones, de la espiritualidad y de la vida en la Nueva Tierra, porque no siempre la semilla que se siembra florece rápidamente, a veces pasan años, décadas, o incluso vidas enteras antes de que esto suceda. Finalmente, ha sido a través de esta experiencia como padre que he llegado a descubrir muchos de los elementos del “Juego del Alma”, tema que se ha convertido en el centro tanto de la Experiencia Yo Soy como de la Terapia Yo Soy.

 

Todo esto me lleva a concluir que no se trata de llegar a ser prefectos ni como padres ni como hijos, sino de experimentar el amor en ambos roles, abrazando la luz y la oscuridad, los dones y los talentos y también las “debilidades”, porque solo así es que se llega a comprender lo que es la divinidad del Ser Humano.

 

Gracias papi y gracias hijos por acompañarme en esta vida a descubrir el amor y la belleza que habitan dentro de mi.

 

Unidos en el corazón,

 

Gabriel Francisco

COMENTARIOS (4)

22 junio 2020

Ana Patricia Rodríguez

Lindo tu escrito Gabriel Francisco. Gracias por compartir tu vivencia ya que me nutre cómo ser humano, cómo madre que soy y para mi servicio de acompañar a padres de familia. Un abrazo.

22 junio 2020

Gabriel Francisco

Con mucho cariño Ana Patricia, un abrazo!

23 junio 2020

Connny de Barake

Bueno te lo vuelvo a escribir xq no me apareció en el blog, de pronto no lo envié!!! Pero te decía que tú mencionas en tu escrito lo orgulloso que estás de tu papa, y que yo tuve el gusto de conocerlo en una de tus conferencias en el nogal y cuando me acerqué a felicitarlo x el hijo que tiene, él muy lindo y con mucha humildad te dio a ti todos los créditos, diciéndome que lo que tú eras, era xq tú solo te lo habías ganado, sin darse el crédito de todo ese amor incondicional que él ha sido en tu proceso de vida, además me pareció un ser humano maravilloso en lo poquito que hablé con él 🙏🙏🙏👏👏👏👏

26 junio 2020

Gabriel Francisco

Muchas gracias por tu comentario Consuelo, para mi ha sido un lindo camino en donde cada vez más integro lo que es ser hijo, y ahora lo que es ser padre. Todo esto cada vez cobra más sentido, y te puedo decir que ha sido mucho lo que he experimentado junto a ellos, y mucho lo que he recordado acerca de lo que Yo Soy. Un abrazo!

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