Te saludo desde mi corazón,
Se acerca la Semana Santa para conmemorar la muerte de Jesús, pero seguimos ignorando que él sigue vivo en cada corazón a través de su mensaje de amor. Su mensaje no vive en los libros, tampoco en los rituales, mucho menos en las instituciones creadas por la humanidad, su mensaje vive en cada uno de nosotros y toma vida en la medida que lo experimentamos en cada pensamiento, en cada palabra y en cada acto de nuestra vida cotidiana. Y como he mencionado en varias oportunidades, el amor es una experiencia que tú y solo tú puedes elegir vivir dentro de ti, así que llegó el momento de vivir el mensaje de Jesús elevando la vida a su máxima expresión, compartiendo el amor sin restricción alguna, y mirando al otro como al hermano que viene del mismo padre.
Un día como hoy en el que estoy escribiendo esta reflexión, Jesús resucitó para levantar el velo de la muerte y poner en evidencia que la vida es eterna. Y qué mejor que sea él quien comparta su mensaje con todos nosotros:
“Amado hermano, te saludo en el amor que nos une.
Escucho tu corazón afligido por el sufrimiento que te acompaña cada día. Sin embargo, mi palabra y mi amor siguen vivos en tu corazón. Y no es que no me puedas escuchar, ¿pero realmente estás dispuesto a regresar a tu interior y silenciar tu afán para escucharme? Todo aquel que abra su corazón escuchará mi mensaje, todo aquel que se mire a si mismo me verá a mi, todo aquel que se entregue a mi cuidado será reconfortado por mi amor. ¿Dime cuál es el afán de tu vida? ¿Dime qué te aflige y te quita la paz? ¿Dime qué esperas de mi en nuestro encuentro? Yo te escucho, yo te acompaño, yo velo por ti en cada momento de tu existencia, porque el amor nunca se apaga ni siquiera en los momentos de oscuridad y confusión, porque la llama del amor es eterna.
¿Por qué habría de apagarse la llama con la muerte de tu cuerpo? No confundas la carne con el espíritu, el espíritu es eterno mientras el cuerpo sirve a él como el criado que ama a su señor. El cuerpo obedece a los designios del espíritu, así que sigue al espíritu y no le exijas al cuerpo lo que no depende de él. Yo he resucitado para mostrarte que la vida es eterna, y con ella el amor. No hay manera alguna de dejar de existir porque la muerte es una ilusión, quizá la más grande de todas, y al mismo tiempo la más hermosa. Es a través de la muerte que recuerdas que nunca has estado separado de Dios, es a través de la muerte que te haces consciente de tu experiencia humana, es a través de la muerte que trasciendes el sufrimiento para vivir en la eterna felicidad con mi padre. Si lo que temes es a lo que existe más allá de la muerte, descansa en paz porque yo te espero con los brazos abiertos, porque mi padre anhela el reencuentro contigo, porque tus seres amados ansían tu regreso. Es tu miedo a la muerte el que no te permite disfrutar de la vida y experimentar el cielo de tu existencia terrenal. No afanes la vida, tampoco afanes la muerte, todo tiene un momento y tu alma lo sabe. Déjate llevar por la sabiduría de tu ser, porque la razón nunca podrá imitar la grandeza del amor. Es el momento de despertar a esta ilusión de separación en la que vives, no hay manera de estar separados los unos de los otros, no hay manera de separar la vida de la muerte, no hay manera de separar a las almas de su amado padre. Y si necesitas una prueba para confiar en mi palabra, te invito a que cierres tus ojos y entres en tu corazón, ahí escucharás este y muchos otros mensajes que me mantienen unido a ti. Para aquel que vive en el amor, los ojos y los oídos resultan prescindibles, porque el amor no se ve ni se escucha, se siente dentro de ti.
Mis hermanos más cercanos lamentaron mi muerte, y se sintieron solos, afligidos y abandonados cuando dejé mi cuerpo, pero yo siempre permanecí a su lado a través de mi palabra. Cuando resucité, su fe se acrecentó porque no dimensionaron mi mensaje cuando yo todavía habitaba en la Tierra. La fe es la certeza en el amor que nos une, la fe no es una plegaria frente al miedo que puedes llegar a sentir en medio de la ilusión. ¿Qué es lo que te impide tener certeza de mi palabra? ¿Acaso no es suficiente con sentirme en tu corazón? ¿Qué otro acto de amor necesitas para trascender tu desconfianza y volver a mi? Despierta amado mío, es nuestro gran momento, el de levantarnos juntos y resucitar a la ilusión del miedo y del sufrimiento. Nunca antes el cielo había estado tan cerca de ti, abre tus ojos y échate a andar. No sigas mirando atrás, estás vivo en este momento y en todos los de tu existencia. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Cómo vas a poner en práctica mi mensaje? Mi mensaje se hace vida a través de la experiencia, y solo tú puedes elegir vivirla. ¿Te parece difícil vivir en el amor? Entonces dame tu mano y camina junto a mi, porque no hay pastor más amoroso que aquel que camina al lado de sus ovejas. No tengo afán alguno, mi mensaje ha estado vivo a lo largo de los tiempos, y 2000 años es solo un instante en la eternidad del reino de mi padre.
Resucité para develar el misterio de la eternidad, no para hacer alarde de mi condición de hijo de Dios. Mi misión trasciende cualquier deseo humano de mostrar la inmensidad de mis actos. Mi acto más grande fue hablar del amor de mi padre, fue vivir el amor con ustedes mis hermanos, y fue trascender la muerte del cuerpo a través de mi espíritu siempre vivo.
Hoy te invito a que revises los dos grandes enigmas que habitan en ti: la vida y la muerte. Lo que no has comprendido aun es que ambos representan la continuidad de la existencia. Esta es quizá tu mayor fuente de sufrimiento, creer que en algún momento vas a dejar de existir. Yo te digo que el amor nunca deja de existir, porque el amor es el motor del universo. Sin amor no existiría el reino de mi padre, sin amor no habría creación, y sin ella, tampoco nosotros sus hijos amados. Y uno de tus grandes enemigos es el deseo de comprenderlo todo, pero recuerda que tu esencia es el espíritu y no la razón, así que esta es la verdadera fe, la certeza de todo cuanto es y de todo cuanto existe. Nada carece de propósito en el plan divino, y es divino por la magnificencia del amor. Es a través del amor que me conoceréis, porque solo el amor trasciende el tiempo y el espacio. Es tu corazón magnífico, la puerta que te abre a la experimentación divina en este universo tan amplio que escapa a la comprensión humana. El amor es el lenguaje del universo, y al mismo tiempo la sabiduría de mi padre y su infinita misericordia por todos y cada uno de sus hijos. Ámame y encontrarás a mi padre, ama a tus hermanos y verás a Dios en cada uno de ellos, ámate a ti mismo y recordarás que eres su hijo amado.
Si me amas elígeme, si me sigues actúa, si vives mi palabra expresa el amor en cada uno de tus pensamientos, de tus palabras y de tus actos. No me veneres, hazme vida en tu vida.
Vida o muerte, yo siempre vivo en tu corazón”.
Jesús
Escribe un comentario