Un día se encontraban 3 maestros en la parte alta de una montaña, y desde ese lugar observaron a un niño que estaba pescando en un lago. Las horas pasaban y pasaban y el niño no lograba sacar siquiera un pez. Así que uno de los maestros, preocupado al ver esta situación, dijo:
“Voy a bajar a ayudarle, no me puedo quedar observando sin hacer nada mientras el niño intenta pescar y no logra hacerlo”.
Al escuchar esto, el segundo de los maestros le dijo: “no lo socorras, si bajas la montaña que sea para enseñarle a pescar, porque ese niño aprenderá más con tu guía que con tu ayuda”.
Sorprendido, el primer maestro lo miró con molestia en su rostro y le respondió: “¿si tú fueras el que estuviera pescando, no te gustaría que alguien te ayudara? ¿No te parece que eres poco solidario con ese niño?”
El segundo maestro, sorprendido con el comentario del primer maestro, le dijo: “un maestro no ayuda a pescar, enseña a hacerlo”.
Al darse cuenta que el ambiente se estaba tornando tenso, el tercer maestro cerró sus ojos y con voz suave pero firme dijo: “el pez es solo el pretexto para que el niño descubra de qué es capaz. Ni la ayuda ni la guía son suficientes para que él recuerde quién es realmente”.
Atónitos y sin comprender sus palabras, el primero y el segundo maestro lo miraron.
“¿A qué te refieres?”, preguntó el segundo maestro.
“El verdadero maestro no es aquel que ayuda al otro y tampoco el que le enseña a pescar, es el que con amor le permite ver de qué es capaz al reconocer quién es realmente”.
Los dos maestros se miraron entre sí y confiados de que el tercer maestro tenía sus ojos cerrados, hicieron un gesto displicente para expresar su desacuerdo.
“No es necesario que hagan ese gesto, esta también es una oportunidad para que ustedes recuerden que en el amor que ustedes son, no juzgan”, dijo el tercer maestro.
El segundo maestro le preguntó: “¿cómo te diste cuenta de nuestro gesto si tienes los ojos cerrados?”
“Porque aquel que es amor no ve con los ojos sino con el corazón”, concluyó.
En el amor que nos une, te invito a descubrir qué maestro eres tú y desde dónde estás acompañando a quienes te rodean.
Gabriel Francisco
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