Un día se encontraron un Maestro Espiritual y un hombre de la ciudad que buscaba la salida hacia el campo.
Buscador: Perdona, ¿sabes cuál es el camino que lleva al campo?
Maestro: ¿Te refieres al campo en donde los animales corren libres y el viento sopla en todas las direcciones?
Buscador: Estoy buscando el campo para pasar el día.
Maestro: Yo te estoy hablando del campo en el que puedes pasar toda tu vida. ¿Para qué quieres pasar solo un día en él?
Buscador: Para descansar, para respirar, para soltar todo lo que vengo cargando desde hace tanto tiempo.
Maestro: La vida es eterna cuando se vive estando presente.
Buscador: No te entiendo, ¿qué me quieres decir con esto?
Maestro: Que el tiempo no existe, el tiempo es una ilusión a través de la cual te encarcelas a ti mismo.
Buscador: ¿Y cómo me puedo liberar a mi mismo de esta ilusión?
Maestro: Viviendo, solo viviendo.
Buscador: Pero eso es lo que estoy haciendo y tan solo consigo sentirme esclavo del tiempo. El día no me alcanza para todo lo que debo ser y hacer.
Maestro: Ese es precisamente tu problema, deber ser y hacer no es lo mismo que SER.
Buscador: Pero debo ganarme la vida.
Maestra: La vida no se gana, se crea, esa es otra ilusión mi amigo.
Buscador: ¿Y entonces cómo produzco para comer?
Maestro: La comida no se produce, se cultiva y se cosecha.
Buscador: No te entiendo, ¿acaso quién eres tú?
Maestro: Yo Soy el que soy, Yo Soy la vida misma.
Buscador: ¿Y dime tú de qué vives?
Maestro: De lo que me regala la vida.
Buscador: ¿Y qué te regala?
Maestro: Este encuentro contigo.
Buscador: ¿Te parece que nuestro encuentro es un regalo? ¿Qué tiene de especial?
Maestro: Este encuentro es el encuentro conmigo mismo, ¿te parece poco?
Buscador: ¿Acaso necesitas encontrarte contigo mismo?
Maestro: No necesito encontrarme conmigo mismo, solo me reconozco a través tuyo y ese es el regalo más precioso que te regala la vida.
Buscador: ¿Y un encuentro como este te da de comer?
Maestro: No en el sentido estricto de la palabra pero si resulta un alimento para mi Alma.
Buscador: ¿Desde cuándo eso que llamas Alma necesita alimentarse? ¿Acaso no es el cuerpo el que se alimenta?
Maestro: Esa es otra más de las ilusiones en la que te encuentras atrapado. Un Alma sin alimento es como un cuerpo sin agua.
Buscador: En verdad quisiera entender lo que me dices pero no lo comprendo.
Maestro: Veamos, ¿qué es lo que te está motivando a pasar el día en el campo?
Buscador: El cansancio, el agobio, la ansiedad de la vida cotidiana.
Maestro: ¿Y de dónde nace la fuerza para salir de esa vida cotidiana?
Buscador: Supongo que del desespero.
Maestro: Supones mal mi amigo. Cuando supones es porque crees algo que parece cierto para ti pero que no lo es. Y cuando hablas de desespero estás reconociendo que has renunciado a la esperanza.
Buscador: ¿Entonces cuál es la verdad?
Maestro: La que habita en tu Alma amigo mío. Es tu Alma la que te invita a regresar al campo para florecer bajo la luz de sol.
Buscador: ¿Y para qué quiere el Alma que yo florezca?
Maestro: Porque para ella sigues siendo la misma flor que un día se sintió separada del jardín de Dios.
Buscador: Pero yo no me siento separado de Dios.
Maestro: Esa es otra de tus ilusiones. Tanto te sientes separado de él que has emprendido el camino de regreso al campo en donde él se hace presente.
Buscador: ¿Cuál es ese camino?
Maestro: Es el camino de regreso al amor. Solo cuando decides salir de la ilusión y la supervivencia regresas a la realidad de la vida en donde habita el amor.
Buscador: ¿Qué es lo que me hace sentir en la desesperanza?
Maestro: Que dejaste de esperar con confianza. Te has sumido a ti mismo en un espiral interminable de expectativas en donde esperas que la vida se te presente de cierta manera, que satisfaga todas tus necesidades e incluso has llegado a sumergirte en la cárcel de tus propios juicios sobre lo que crees que debe ser. Es todo esto lo que te lleva a sentir el cansancio, el agobio y la ansiedad que estás experimentando.
Buscador: ¿Y cómo me libero de todas estas ilusiones?
Maestro: Renunciando al deber ser y regresando al SER.
Buscador: ¿Y qué es Ser?
Maestro: El SER es ese buscador incansable que eres, el que se está escuchando a sí mismo, el que no se satisface con cumplir sino que busca el encuentro consigo mismo, el que intuye que la vida es mucho más que la supervivencia y la cotidianidad.
Buscador: ¿Y por qué busco el campo?
Maestro: Porque la naturaleza te permite recordar, porque la naturaleza es la expresión misma de la vida, porque en ella Dios se hace presente en cada instante.
Buscador: Ya que hablas de Dios, ¿quién es él?
Maestro: Eres tú mismo observándote a través de todo y de todos, incluso a través mío.
Buscador: Pero yo solo me observo a mi mismo en esta vida de dolor y no encuentro a Dios.
Maestro: Te equivocas mi amigo, Dios siempre se hace presente a través de tus experiencias, incluso en las más difíciles, es él quien te invita a regresar a la verdad.
Buscador: ¿Y cuál es esa verdad?
Maestro: Mírame a los ojos y contesta tú mismo a tu pregunta.
Buscador: Yo solo veo en ti sabiduría y paz.
Maestro: Esa es la verdad, has visto al Dios que habita en mi y que habita en ti. ¿Qué sientes al verlo?
Buscador: Un reencuentro conmigo mismo.
Maestro: Así es mi amigo, como tú bien lo dices es un reencuentro porque nunca te has separado de él, nunca te has separado de ti mismo. ¿Cómo se siente esta verdad dentro de ti?
Buscador: Me siento libre, puedo respirar, me siento expandido.
Maestro: Ahora has entrado al campo en donde la vida se expresa a través de la libertad y del SER que siempre has sido.
Buscador: ¿Así que no tengo que seguir buscando el campo?
Maestro: El campo se encuentra dentro de ti, en tu corazón, siente cómo late. Ese latido es el latido de la vida.
Buscador: ¿Quieres decir con esto que buscar el campo es una ilusión?
Maestro: No es una ilusión, es la realidad a la cual te invita el corazón, porque en medio de tanta ilusión que vives necesitas recordar que el campo es solo el reflejo de la vida que habita dentro de ti.
Buscador: ¿Entonces cuál es el camino que me conducirá al campo?
Maestro: Cierra los ojos y permite que el latido de tu corazón guíe tu camino.
Buscador: Gracias Maestro, ¿cómo te llamas?
Maestro: me llamo “Crisis”, ¿y tú?
Buscador: me llamo “Buscador”.
Maestro: Que la luz brille en este tu camino de regreso. Antes de despedirnos, mira el camino de donde vienes, ¿qué ves?
Buscador: Veo oscuridad.
Maestro: Gracias a la oscuridad has emprendido el viaje de regreso a la luz. Benditos aquellos que aceptan experimentar la oscuridad para encontrarse consigo mismos.
Buscador: Gracias a ti “Crisis” por permitirme tener otra mirada de lo que estaba viviendo.
Maestro: Bienvenido de nuevo a la vida, y no olvides mi cara porque más adelante nos volveremos a encontrar.
Buscador: ¿Verdad? ¿Otra crisis más adelante?
Maestro: ¡Esperanza amigo! Nunca dejes de confiar porque hasta la crisis tiene un propósito.
Buscador: ¡Hasta pronto!
Maestro: Siempre estaré atento a tu llamado.
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